París - Hace apenas nueve meses el Partido Socialista dirigía Francia. Hoy, después de su derrota en las presidenciales, la formación continúa su larga caída al abismo, obligada a vender su sede histórica y en búsqueda de un nuevo líder.

El último revés que sufrió fue el anuncio este mes de Najat Vallaud-Belkacem, principal esperanza del movimiento a los ojos de muchos militantes, de que no se presentará a la jefatura del principal partido de izquierda francés.

"Quiero pensar, trabajar y entender otros mundos además del político", explicó la exministra de Educación, quien ha optado por ir a trabajar al sector editorial.

El abandono de esta carismática mujer de 40 años fue recibido como un nuevo golpe para el PS, que multiplica los vaivenes desde su fracaso en las elecciones presidenciales de abril de 2017.

Con apenas el 6,36% de votos, su candidato, Benoit Hamon, fue eliminado en la primera vuelta, lo que supuso la peor derrota de los socialistas desde 1969.

Su caída en desgracia continuó en las elecciones legislativas de junio, en las que el PS logró salvar apenas unos treinta escaños en la Asamblea Nacional.

Desde entonces, el partido, destrozado por disputas internas durante el gobierno del presidente François Hollande, no logra hacer escuchar su voz.

En diciembre, la formación tuvo que anunciar la venta por 45,55 millones de euros de su sede histórica, un espectacular palacete en el que los socialistas celebraban sus victorias electorales desde 1981.

La reconstrucción del movimiento se anuncia difícil y aún no ha aparecido la persona que podría suceder a Jean-Christophe Cambadelis, el ex primer secretario del PS, también arrastrado por las derrotas políticas.

Los candidatos tienen hasta el 27 de enero para darse a conocer. La elección está prevista para el 29 de marzo, antes de un congreso que se celebrará en abril.

Éxodo masivo

Por el momento, hay un solo candidato declarado, Luc Carvounas. Este diputado, desconocido para los franceses, dijo estar "dispuesto a levantar la bandera socialista que está en el suelo". Pero la labor será "larga", admitió, aún más después de que las principales figuras del partido "nos abandonaron".

Efectivamente, el éxodo del PS ha sido masivo. Benoît Hamon dejó el partido para fundar su propio movimiento. François Hollande, que batió récords de impopularidad al final de su mandato, se ha retirado de la política. Y el ex primer ministro Manuel Valls se unió a las filas de Emmanuel Macron.

Algunas figuras del 'hollandismo' podrían postularse, como el exportavoz del gobierno Stéphane Le Foll o el coordinador del partido, Rachid Temal.

Pero el nuevo gran favorito se llama Olivier Faure, presidente del grupo PS en la Asamblea Nacional, aunque aún no ha anunciado su disponibilidad.

El gran desafío para los socialistas es definir su línea política. "Para que la izquierda regrese al poder, Emmanuel Macron tendría que fracasar en su intento de sacar a Francia del estancamiento económico, pero sin una identidad clara, eso no sería suficiente", estima Jean Garrigues, profesor de Historia Política, en una entrevista con el diario Le Parisien.

Para sobrevivir, el PS necesita encontrar un espacio electoral suficiente entre el movimiento centrista de Macron, La República en Marcha (LREM) y el de izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon.

Pero los franceses son escépticos. Según un sondeo Odoxa de finales de noviembre, un 74% pronostica la desaparición simple y llana de este partido histórico.

Por Jacques Klopp

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