Río de Janeiro - Jardines compartidos, huertas verticales e invernaderos de azoteas permiten cadenas de suministro de alimentos más cortas, lo que reduce los costes, las emisiones de CO2 y las necesidades de energía y recursos.
Un metro cuadrado de tierra puede proporcionar 20 kilogramos de alimentos frescos al año, generar empleo, reciclar algunos residuos urbanos, contribuir a la creación de cinturones verdes y fomentar proyectos cooperativos y de educación ambiental.
Además de cultivar vegetales, frutas y hierbas aromáticas, flores o semillas comestibles, las granjas urbanas también pueden criar pollos, conejos o peces. Los desechos orgánicos de unos pueden servir de alimento a otros.
Con una variedad de disciplinas, las técnicas de producción son numerosas. Cultivos en paja, en montículos, en sustrato, sin suelo o de alta tecnología: cada uno rivaliza en ingenio para preservar el medio ambiente y sus recursos, respondiendo a dinámicas sociales o comerciales.
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