Sainte-Cécile (Francia) - Cédric Mandin es un ganadero de cuna. Pertenece a la cuarta generación familiar dedicada a la cría de vacuno de raza Charolesa en la remota comuna rural de Sainte-Cécile, en el oeste de Francia, pero teme ser la última.

La razón de su temor es el colosal acuerdo comercial en negociación entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay) -una de las regiones más competitivas del mundo en la producción y exportación de carne bovina- cuya firma parece estar más cerca que nunca.

Esta perspectiva lo hace temblar. Si este tratado se aprueba, "nos encontraríamos en una situación insostenible", asegura este ganadero de 44 años, quien junto a su hermano François heredó hace 20 años la gestión de Le Moulinet, una explotación de 250 vacas nodrizas a 400 kilómetros de París.

Actualmente, Mandin vende sus animales a pérdida. "Hoy nos pagan entre 3,60 y 3,70 euros el kilo de carne, nos faltan unos 70 céntimos para cubrir nuestros costes de producción", explica, mientras fuma ansioso un cigarrillo tras otro.

"Tenemos ya un verdadero déficit, si añadimos la carne sudamericana, todo ese volumen masivo dentro de Europa, corremos el riesgo de que los precios se derrumben", deplora, mostrando sus vacas de capa blanca que afrontan el frío invernal dentro de establos de madera.

Un sector en crisis

El sector bovino francés, el primero de Europa, atraviesa una profunda crisis en medio de una caída de los ingresos y un aumento del endeudamiento de los ganaderos.

"Llevamos cuatro años en crisis, cuatro años intentando todo para optimizar nuestros costes, hemos llegado a un punto en que no vemos qué más podríamos hacer", asevera Mandin, encogiéndose de hombros.

Si los dos bloques alcanzan un acuerdo, al menos 70.000 toneladas de carne de res del Mercosur entrarían cada año a la UE con aranceles reducidos. Una cifra que podría aumentar, ya que es considerada insuficiente por el bloque sudamericano.

Y aunque esta cuota equivale apenas al 1% del total de la producción europea y al 4,5% de la francesa, los ganaderos afirman que el mercado no puede absorber este aumento, que se sumaría a las 65.000 toneladas que la UE ya se comprometió a importar de Canadá con la firma del CETA, en un contexto de caída del consumo de carne en Europa.

Para Philippe Chotteau, director del departamento económico del Instituto de Ganadería de Francia, la entrada de vacuno a precios más competitivos "acentuará la crisis en todo el sector".

Según sus cálculos, los precios de venta podrían caer un 10% y entre 25.000 a 30.000 empleos desaparecerían en el sector en Francia.

"Los ganaderos franceses vamos a ser los grandes perdedores de este acuerdo", lamenta Mandin, quien ha encontrado un poco de alivio tras la reciente promesa de China de reabrir sus fronteras al vacuno francés dentro de seis meses. "Aún debe concretarse, pero sería una buena noticia", estima con una media sonrisa en su rostro agotado.

Trazabilidad de la carne

Pero, además de las preocupaciones económicas, existen inquietudes en Francia sobre la "trazabilidad" de la carne y "las normas de seguridad alimentaria" que se aplican en los países del Mercosur, que surgieron a raíz del escándalo de carne adulterada que estalló en marzo de 2017 en Brasil, país líder en la exportación mundial de carne.

Mientras da a sus vacas su ración cotidiana de comida, una mezcla de forraje y granos producidos en una parte de las 270 hectáreas de la explotación, Mandin defiende la "especificidad" de la ganadería francesa.

"Nuestros animales están identificados desde su nacimiento. Allá (en el Mercosur), en el mejor de los casos, cuando salen de las explotaciones. Yo soy capaz de dar el nombre del padre y de la madre de cada una de mis vacas. Hay una verdadera trazabilidad durante toda la vida de los animales", asegura.

Tras casi dos décadas de estancamiento, las discusiones sobre el tratado de libre comercio UE-Mercosur han avanzado a pasos de gigante en los últimos meses, en un contexto favorable tras el vacío dejado por Estados Unidos desde la llegada a la Casa Blanca del proteccionista Donald Trump.

Después de que se frustrara el plan argentino de cerrar un acuerdo en diciembre en Buenos Aires, la Comisión Europea está determinada a obtener un acuerdo, al menos político, a principios de 2018.

Y hay urgencia, advierte, ya que la ventana de oportunidades podría cerrarse en apenas unos meses, con elecciones previstas este año en Brasil.

Pero Francia, inquieta por los riesgos de desestabilización de un sector en crisis, no quiere "precipitarse". "El contenido debe primar sobre el calendario", advirtió a finales del año pasado el secretario de Estado francés encargado del Comercio Exterior, Jean-Baptiste Lemoyne, en Bruselas.

Por María Elena Bucheli 

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