Londres - Los tres atentados que se cobraron 34 vidas en el Reino Unido en menos de tres meses han resucitado el debate sobre la estrategia contraterrorista británica y crisparon la campaña electoral legislativa.

Ocho personas murieron en un ataque en el centro de Londres a principios de junio, menos de quince días después de la muerte de otras 22 en un atentado suicida en Mánchester.

En respuesta, la primera ministra Theresa May dijo "basta" y esbozó planes para endurecer las medidas antiterroristas.

May sugirió ampliar las penas de prisión por delitos de terrorismo, incluso para los menores, y urgió a las empresas de internet a no dar espacio al extremismo.

Otras propuestas mencionadas en la prensa británica incluyen colocar pulseras electrónicas a los sospechosos, recluir a los yihadistas que estén en listas de vigilancia y comprobar los antecedentes penales de quienes quieren alquilar un vehículo.

La campaña para las elecciones legislativas se suspendió un día tras el atentado, pero tan pronto se reanudó, la gestión de May saltó a la palestra: los conservadores, tradicionalmente populares en el tema de la seguridad, fueron cuestionados.

El líder laborista, Jeremy Corbyn, pidió la dimisión de May, reprochándole el recorte de 20.000 puestos de policía, la mayoría en los seis años en que fue ministra del Interior del Gobierno de David Cameron.

El Partido Laborista ha prometido reclutar a más oficiales de policía y reforzar la vigilancia de proximidad en los barrios, considerándola un elemento esencial en la lucha contra el terrorismo.

"Nunca tendríamos que haber reducido el número de policías", dijo Corbyn, en una entrevista en la televisión ITV.

Mark Garnett, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Lancaster, en el noroeste de Inglaterra, dijo que Corbyn está tratando de alcanzar un punto óptimo.

"Desde el punto de vista de May, es muy difícil sugerir algo radicalmente diferente porque ha estado a cargo de la política de seguridad en los últimos siete años", primero en el Ministerio y luego en Downing Street.

"Creo que está sometida a una terrible presión", añadió.

Precaución

Fuera de la arena política, los comentaristas dicen que abordar la radicalización islámica no es fácil y que el electoralismo podría tener consecuencias no deseadas.

"Si intervienes en las comunidades musulmanas, podrías acabar radicalizando a la gente, pero si no intervienes en las comunidades musulmanas, entonces permitirías que la gente se radicalice", dijo Steven Fielding, profesor de historia política de la Universidad de Nottingham.

Endurecer las leyes o incrementar los poderes de la policía podría no bastar para evitar ataques con escasos medios como el de Londres -ejecutado con una furgoneta y tres cuchillos- y en cambio podrían volver a los musulmanes en contra el Estado.

Reino Unido dispone ya de una amplia lista de instrumentos de seguridad, encabezadas por las llamadas Medidas de Prevención e Investigación del Terrorismo, o TPims.

Introducidas en 2012 y reforzadas en 2015, las TPims se aplican a personas consideradas una amenaza pero que no pueden ser juzgadas o, en el caso de extranjeras, deportadas.

Éstas permiten imponer un arresto domiciliario inicial de un año, extensible a dos, o alejar a un individuo a 320 kilómetros de su residencia habitual.

En noviembre del año pasado, los legisladores otorgaron amplios poderes de vigilancia a la policía y los servicios de inteligencia.

Entre otras cosas, estas leyes exigen a los navegadores de internet que guarden las páginas visitadas por un usuario durante un año y permiten al Estado introducirse en ordenadores y teléfonos móviles.

La organización de defensa de los derechos civiles Liberty tildó las nuevas medidas de dignas de un Estado "totalitario".

Fielding recordó ademas la existencia de un plan llamado Prevent, creado después de los atentados de julio de 2005 en Londres y que promueve programas de antirradicalización entre las comunidades musulmanas.

"Muchas personas creen que éste es el camino a seguir, pero es muy difícil de llevar a cabo y dispone de pocos recursos", dijo.

"Es muy fácil decir 'basta' desde Downing Street, pero cuando se trata de medidas precisas, podrías acabar empeorando las cosas", añadió Fielding. "También es muy fácil decir que necesitamos más policías en la calle porque podría haber evitado algunas cosas, pero, ¿estamos seguros?", se preguntó.

La radicalización "es una cuestión social muy difícil y compleja que no se presta al electoralismo y a los eslóganes, pero aquí estamos", se resignó.

Por Richard Ingham

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