Bruselas - ¿Las "fake news" enturbiarán la campaña de las elecciones europeas como durante el referéndum del Brexit o la victoria de Donald Trump? Este es el gran temor de las autoridades europeas, convencidas de que Rusia se esconde detrás.

A pocas semanas de los comicios, la UE busca un camino a seguir, coordinando las iniciativas de sus miembros y aumentando a su vez la presión sobre las redes sociales como Facebook o Twitter, principales vectores de la desinformación.

"Existen fuerzas externas antieuropeas que intentan influir en las decisiones democráticas de los europeos", alertó recientemente el jefe del Consejo Europeo, Donald Tusk, preocupado por eventuales "injerencias" durante los comicios.

Algunos responsables identifican sin rodeos a Moscú como el líder del intento de manipular la opinión pública a golpe de noticias falsas, como Andrus Ansip, vicepresidente de la Comisión, para quien "existen pruebas" de ello.

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Tabla comparativa de los resultados de encuestas de opinión en los países de la UE sobre la desinformación. Gráfico: Laurence Saubadu y Thomas Saint-Cricq / AFP

Desde las migraciones hasta la corrupción de las élites, pasando por todo tipo de complots, la desinformación tiene sus temas de predilección, a menudo en línea con los de los movimientos llamados populistas o de extrema derecha.

Las noticias falsas aprovechan la viralidad en internet de los contenidos sensacionalistas, así como la desconfianza reinante respecto a las instituciones y los medios, un "plaga invisible", en palabras de la comisaria Mariya Gabriel.

"Se inmiscuye en la vida de nuestros ciudadanos e influencia nuestras opiniones y decisiones", asegura la responsable europea de Economía Digital, en un informe publicado a finales de marzo por la Fundación Robert Schuman.

"Censura"

Para lograr una acción coordinada de cara a los comicios del 23 al 26 de mayo, la Comisión fijó algunas líneas de actuación, llamando a apoyar el periodismo de calidad o a colaborar con los verificadores de noticias ("fact-checkers").

Bruselas lanzó asimismo en marzo un "sistema de alerta rápida" para que los países compartan "en tiempo real" sus informaciones sobre "intentos coordinados de actores extranjeros de manipular" el debate democrático.

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Mariya Gabriel, comisaria europea  de Economía y Sociedad Digitales, durante una rueda de prensa tras una reunión del colegio de comisarios, el 20 de marzo de 2019 en Bruselas. Foto: John Thys / AFP

En Bruselas, la diplomacia europea a través del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) se ha lanzado a la batalla con un equipo de unas 15 personas encargado de detectar y analizar las campañas de desinformación contra la UE.

Su web euvsdisinfo.eu afirma haber desenmascarado ya más de 5.000 falsas noticias, vinculadas principalmente a Rusia, pero los medios de esta unidad siguen siendo modestos y su enfoque plantea dudas.

En un estudio reciente sobre la "guerra de la información", Paul Butcher, del centro de reflexión European Policy Center, afirma que "dar un papel preeminente al SEAE o a los servicios de seguridad estatales puede ser contraproductivo".

Esto puede alimentar la idea "de censura o de guerra cultural entre el 'establishment' y el 'pueblo'", uno de los motores justamente de las "fake news", estima el analista, que aboga por la sociedad civil, las oenegés o el sector privado.

"Primicia mundial"

Estos últimos meses, las autoridades apuntaron a la responsabilidad de las plataformas en línea como Facebook o Twitter, ya sea legislando, como Francia, o con un "código de buenas prácticas", como el lanzado por la Comisión en 2018.

"De forma voluntaria, la industria se compromete con una amplia gama de medidas que van desde la transparencia en la publicidad política hasta el cierre de cuentas falsas", explicó Mariya Gabriel, que celebró una "primicia mundial".

La iniciativa, que también implica reducir los ingresos de los proveedores de desinformación, produjo algunos resultados, pero todavía lejos del objetivo, según el último informe publicado en marzo por el ejecutivo comunitario.

"Europa está en llamas y las plataformas de medios de comunicación social traen pistolas de agua para combatir el fuego", lamenta la organización Avaaz, que pide a Bruselas adoptar medidas vinculantes y no un marco voluntario.

El presidente de Facebook, Mark Zuckerberg, en la mira por el caso Cambridge Analytica y por su papel en la propagación de "fakes news", expresó en un artículo en marzo su apoyo a que los gobiernos adopten un papel "más activo".

Pero Facebook "ha perdido credibilidad por su comportamiento", aseguró la ministra alemana de Justicia, Katarina Barley, tras reunirse con él en abril, ilustrando el escepticismo patente sobre el gigante estadounidense.

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