Londres - En un ambiente de dinámica 'start-up', más de medio centenar de militantes laboristas libran la campaña para las legislativas británicas en las redes sociales, un terreno muy disputado pero con escasa regulación.

"Nos movilizamos e intentamos convencer", explica Laura Parker, coordinadora de Momentum, un movimiento que apoya al jefe del Partido Laborista Jeremy Corbyn.

Con la experiencia de las últimas legislativas de 2017, en las que los laboristas lograron mejor resultado del que vaticinaban los sondeos, Momentum y los laboristas reivindican un avance en el plan tecnológico con relación a los conservadores. "No nos alcanzarán", estima Laura Parker.

La coordinadora asegura que realizan una campaña "ética" para las legislativas del 12 de diciembre. "Vamos contra nuestros adversarios cuando mienten" y "a veces forzamos los límites", pero sin caer en la "política sucia", dice.

Pero los golpes bajos no faltan en el campo de batalla que constituyen las redes sociales.

El partido del primer ministro Boris Johnson fue acusado de falsedad cuando la cuenta en Twitter del servicio de prensa de los 'tories' (conservadores) fue rebautizada durante un debate entre Boris Johnson y Jeremy Corbyn como "FactcheckUK", haciéndose pasar por verificador de informaciones.

La red social aplaudió la amonestación que recibió, anunciando que adoptaría medidas en caso de un nuevo intento de "engañar" a los electores. La legislación británica, que se remonta a 2000, va a la zaga.

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Una imagen de la página de Facebook del líder laborista británico, Jeremy Corbyn, tomada en Londres el 6 de diciembre de 2019, en plena campaña electoral. Foto: Ben Stansall / AFP

Nada ha ocurrido desde el sonado escándalo de Cambridge Analytica, empresa británica que recabó datos de 87 millones de usuarios de Facebook para llevar a cabo campañas de manipulación masiva e influir en los electores británicos y estadounidenses.

Es cierto que las plataformas han modificado sus políticas, "Facebook y Twitter en especial", dice el diputado conservador Damian Collins, que presidió una comisión que en febrero de 2019 publicó un informe muy duro contra los gigantes digitales.

Sin embargo, "no van suficientemente lejos" y sobre todo, según él, no hay que dejarles esta responsabilidad. El diputado, que hace campaña para su reelección en el sureste de Inglaterra, aboga por una "tolerancia cero con los que tratan de influir en el resultado de una elección difundiendo mentiras".

Según él, es todavía demasiado fácil evitar en internet las dos salvaguardas de la ley electoral: la "transparencia para saber quién dice qué y la transparencia de los datos".

En cuanto al riesgo de injerencia extranjera, "siempre existe", debido, según él, a la falta de trazabilidad suficiente de las donaciones por internet para financiar campañas en las redes sociales.

"Pizza y pub de la esquina"

En estos comicios decisivos para el Brexit, cuyo resultado definirá el camino del Reino Unido para las próximas décadas, "lo que está en juego es muy importante, pero las reglas son inexistentes", dice Carl Miller, director del Centro de Análisis de las Redes Sociales en el seno del grupo de reflexión Demos.

"Nunca había habido tal brecha entre el papel y la influencia del mundo digital" sobre el resultado del voto y la poca reglamentación existente, subraya.

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Una imagen de la página de Facebook del primer ministro británico, el conservador Boris Johnson, tomada en Londres el 6 de diciembre de 2019, en plena campaña electoral. Foto: Ben Stansall / AFP

Uno de los mayores problemas reside en la micro-segmentación. Gracias a los datos personales que los usuarios entregan a las redes sociales, pueden focalizarse en su edad, sexo, en "si les gusta la pizza, el pub de la esquina o un programa de televisión", explica Tristan Hotham, que cursa un doctorado en la Universidad de Bath, y que estudia este asunto desde el inicio de la campaña.

Así, ha podido observar los efectos nefastos: los mensajes publicitarios son generalmente "muy negativos" y "simplistas en exceso", señala el investigador, implicado en "Who targets me" (A quién le intereso), una herramienta que permite a los internautas saber quién los busca.

Las posibilidades son tales que los partidos pueden "enviar decenas de miles de mensajes diferentes" en el país sin que sean vistos por otros electores o incluso por periodistas o investigadores, advierte Carl Miller, para quien se trata de un "verdadero problema".

El experto teme un efecto devastador en la confianza. "A fin de cuentas, como en el voto sobre el Brexit, la gente tiene la impresión de que esta elección es injusta, se disputa fuera de las reglas y los valores compartidos, por lo que en última instancia la democracia es la que resulta debilitada".

Por Arman Soldin y Sylvain Peuchmaurd

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