Viena - La derrota de Marine Le Pen en las presidenciales francesas fue un revés para las ambiciones de los nacionalistas de "darle la vuelta" a Europa, pero la ultraderecha, frenada en las urnas, está sólidamente instalada en la escena política continental.

Los movimientos de extrema derecha europeos aspiraban a una serie de éxitos electorales en 2017, impulsados por el Brexit y la elección de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos.

Pero la teoría del dominó que debería llevar al poder a sus representantes en Austria, Holanda y Francia, quedó en entredicho a principios de mayo con el fracaso del Frente Nacional, que no consiguió que su candidata se impusiera ante el centrista proeuropeo Emmanuel Macron.

El alivio era patente al día siguiente de los comicios en la prensa europea, al ver un refuerzo del optimismo con la sensación, según el diario británico The Times, de que "el populismo trumpiano alcanzó su punto álgido" tras el segundo puesto del Partido por la Libertad (PVV), de Geert Wilders, en las legislativas holandesas de marzo y la derrota del candidato de la ultraderecha austriaca FPÖ en las presidenciales de diciembre.

El canciller austriaco, el socialdemócrata Christian Kern, celebró "una victoria de etapa" en la estrategia de reconquista de los proeuropeos frente a la extrema derecha y anti UE.

El "final" de esta carrera de obstáculos electoral está previsto en las legislativas del 24 de septiembre en Alemania, a las que se presentarán los populistas alemanes del AfD que, tras haberse disparado en los sondeos en 2016, han registrado una caída desde enero.

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Calendario, políticas y datos sobre las elecciones en Francia, Holanda y Alemania desde el punto de vista de los partidos de extrema derecha.  Gráfico: Paz Pizarro y Alain Bommenel / AFP

Pero ¿la ultraderecha necesita ganar? No necesariamente, zanja el analista Carsten Nickel, del grupo de reflexión Teneo, en Bruselas. "No ejercen su influencia gobernando, sino presionando en el margen de maniobra de los partidos de centro y, principalmente, de centroderecha", estima.

"A menudo, en los países europeos, la derecha ha prestado más atención al nacionalismo, de manera que a los nacionalistas les cuesta avanzar", analiza el politólogo francés Stéphane Rozès, presidente de la consultoría Cap, que concluye que el "nacionalismo y el populismo no están en absoluto en regresión en Europa".

Impregnación cultural

"El FN ha recabado un tercio de votos más desde las últimas presidenciales a pesar del debate tan malo para Marine Le Pen (celebrado) entre las dos vueltas", recuerda.

Geert Wilders ganó cinco escaños más que en las anteriores elecciones legislativas, en 2012. El candidato del FPÖ austriaco convenció a casi un elector de cada dos en la segunda vuelta de las presidenciales (46%), a la que no se clasificaron los partidos tradicionales, socialdemócrata y conservador.

"Tú ganarás la próxima vez, y yo también", tuiteó el día de las presidenciales francesas Wilders dirigiéndose a su aliada del FN.

El cerca de 34% de los votos recogido por Marine Le Pen marcan "una normalización de la elección de la ultraderecha en la sociedad francesa", según el historiador Nicolas Lebourg, entrevistado en el diario francés Libération, que habla de una "impregnación cultural".

Más que la ambición que suelen manifestar las formaciones de ultraderecha para "darle la vuelta a la situación" del juego político tradicional, lo que se está esbozando es una "política de pequeños pasos", según el analista Josef Janning, del laboratorio de ideas europeo ECFR de Berlín.

"Más que un big bang que lleve a la victoria a un partido de extrema derecha en unas elecciones, marcando el fin de Europa, el riesgo es el de un declive lento y regular de las fuerzas de centro si no se aportan respuestas" a las expectativas de los electores, apunta Nickel.

La mayoría de los editorialistas europeos subrayan la responsabilidad que ha recaído sobre los hombros de Emmanuel Macron: "Macron tiene cinco años por delante para desactivar el discurso extremista", considera el diario español El País.

"Macron debe mostrar a los franceses que él es, efectivamente, la alternativa que esperaban. Si es incapaz de eso, Le Pen, ella u otra Le Pen, hará una emboscada", juzga The Times.

Pero la presión también pesa sobre la líder de la ultraderecha francesa, cuyo partido ha "mostrado sus fragilidades", apostilla Lebourg, apuntando a una cierta confusión ideológica y estratégica.

Lo que explica, según Josef Janning, el anuncio de Marine Le Pen tras los comicios acerca de una "transformación profunda" del Frente Nacional. "Ha entendido que ella no podía permitirse otra derrota importante y, quizá, intentará ganarle terreno a los conservadores", considera.

Por Sophie Makris con las oficinas europeas

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