Macerata, Italia - Macerata, una tranquila ciudad del centro de Italia, se convirtió en la metáfora de las elecciones legislativas, con el fantasma del racismo rondando y el debate sobre la inmigración como tema dominante de la campaña.

Al contrario de las localidades del norteño Véneto que se atrincheran contra los migrantes, Macerata, como la mayoría de las ciudades italianas, recibe un limitado número de migrantes, de los miles que cada año desembarcan ilegalmente en la península, la mayoría provenientes de África.

Con un 9% de residentes extranjeros -la mayoría europeos- entre sus 42.000 habitantes y una tasa de desempleo del 11%, la localidad de Las Marcas era poco conocida, pese a la reciente quiebra del banco local y los terribles terremotos que arrasaron varias localidades vecinas en 2016.

Pero el descubrimiento del cuerpo descuartizado de Pamela Mastropietro, una romana toxicómana de 18 años, cambió las cosas.

Tras el arresto de un nigeriano en conexión con este crimen, Luca Traini, un militante de extrema derecha y admirador de Hitler de 28 años, decidió vengarse disparando contra migrantes africanos e hirió a seis nigerianos.

Los movimientos de extrema derecha convocaron una manifestación en apoyo a Traini, que terminó con enfrentamientos con la policía.

Los movimientos antifascistas también salieron a la calle  masivamente para protestar contra el racismo xenófobo.

Mientras tanto, en los partidos tradicionales, la derecha pedía mano dura contra la inmigración y la izquierda callaba.

Así se convirtió Macerata en paradigma de un país dividido.

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Macerata, una pequeña localidad del centro de Italia. Fotógrafa: Tizana Fabi / AFP

"Esta historia nos cayó encima sin previo aviso", sostiene Laura, madre de dos gemelos de seis años. "Macerata es realmente una ciudad muy tranquila, no estamos acostumbrados a todo esto", confiesa.

"Yo vivo feliz aquí. Nunca pensé que podría ocurrir algo así", coincide el africano Madu Cisse, quien llegó de Malí en 2011 y ahora es chef de repostería.

"Jamás he tenido problemas aquí. Cuando las personas me ven, me saludan", cuenta Mohamed, un somalí que llegó en 2009 y trabaja en una estación de servicio.

"Demasiados"

Pero cuando se apagan las cámaras de televisión, muchos personas aprovechan para criticar a los migrantes, especialmente de África.

"Son demasiados", "no hacen nada en todo el día", repiten a modo de estribillo.

"Cuando salimos por la noche, en algunos barrios donde se juntan en grupos, tenemos  miedo", confiesa un joven.

Según las encuestas, la inmigración se ha convertido en el tema principal de las elecciones para más del 30% del electorado, después de la llegada de casi 700.000 migrantes en los últimos cuatro años.

El abogado de Traini, Giancarlo Giulianelli, se declara sorprendido por la avalancha de mensajes de solidaridad enviados a su cliente. "Es solo la punta del iceberg de un profundo rechazo", explica.

A Gennaba Diop, de 23 años, nacida en Macerata de padres senegaleses, no le sorprende.

"La primera vez que alguien me llamó negra, tenía 10 años. Desde entonces, las cosas no han mejorado, al contrario, han empeorado", aseguró.

"La gente me dice todo el tiempo que regrese al lugar de donde vengo, a África", cuenta resignada.

Por Terence Daley

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