Gibraltar - Es hora punta de la mañana en el paso entre España y Gibraltar, una de las fronteras del Brexit. El tráfico es intenso, la mayoría desde la deprimida ciudad española de La Línea hacia el pudiente territorio británico.

Pero con la salida del Reino Unido de la Unión Europea, esta divisoria puede convertirse en una frontera menos porosa, con controles más estrictos que terminen afectando los fluidos intercambios entre Gibraltar y los pueblos vecinos en España.

Este pequeño enclave británico, con empleo casi pleno, supone desde hace años un salvavidas para los españoles del adyacente "Campo de Gibraltar", una de las zonas con mayor desempleo de la Unión Europea y gran canal de entrada de droga al continente.

Cada mañana, después de una rápida comprobación de los documentos de identidad, cientos de personas se apresuran hacia sus trabajos por la única pista del aeropuerto gibraltareño hacia el minúsculo enclave británico encaramado a un saliente rocoso en el extremo sur de España.

"Una de las inquietudes que tengo es si nos van a pedir un visado de trabajo. Nadie sabe qué va a pasar", lamenta Miguel Pereira, de 53 años, que se desplaza a diario desde La Línea a un almacén de tabaco en Gibraltar desde que completó el servicio militar hace ya tres décadas.

Electricista de formación, este hombre casado y con dos hijos asegura que intentaría encontrar un empleo de su oficio en La Línea si trabajar en Gibraltar se vuelve imposible.

Pero no será tarea fácil.

La Línea, el pueblo más cercano a la frontera de los siete que conforman El Campo de Gibraltar, ostenta una tasa de paro del 31%.

Se la he llegado a apodar la "capital de la droga de España" por las numerosas bandas que operan allí, empleando a jóvenes sin trabajo para transportar grandes cargas de hachís del cercano Marruecos en lanchas de alta velocidad.

"Imposible funcionar"

Pereira es uno de los 14.000 trabajadores transfronterizos que cruzan diariamente desde España para trabajar en las tiendas, los hoteles o los dinámicos sectores financiero y de apuestas en línea de Gibraltar.

Si bien la mayoría son españoles, este colectivo está integrado por hasta 59 nacionalidades, incluidos 2.500 británicos atraídos por el menor coste de la vida en el otro lado de la frontera y numerosos argentinos, brasileños, colombianos, dominicanos o ecuatorianos.

Estas 14.000 personas constituyen casi la mitad de la fuerza laboral de Gibraltar, con una extensión equivalente a la mitad del menor de los barrios londinenses, Kensington and Chelsea.

"Es literalmente imposible encontrar personal adicional para cubrir todos los puestos que quedarían afectados si los trabajadores fronterizos no pueden venir", dijo Christopher Wall, de 50 años, director de Alimentana, un mayorista de alimentación en Gibraltar.

Emplean a 18 personas, la mitad de ellos trabajadores transfronterizos.

"En nuestro sector en particular, el comercio minorista y mayorista, sería casi imposible funcionar a corto plazo", añadió.

Madrid aboga por proteger los derechos de estos trabajadores pero anteriores gobiernos españoles cerraron en ocasiones la frontera para ejercer presión sobre este territorio que históricamente reclaman como propio.

Algunas firmas barajan permitir a su plantilla trabajar desde casa o flexibilizar sus jornadas en caso de hallar problemas para cruzar la frontera, afirmó Julian Byrne, presidente de la Federación de Pequeñas Empresas de Gibraltar, que representa a unas 300 compañías.

"Algunos negocios pueden hacerlo, otros no, depende de la industria en que estén", explicó en las modernas oficinas de la empresa de diseño web que dirige.

"Aquí no hay nada"

Los efectos del Brexit se empiezan a sentir en tiendas y negocios de la línea dependientes de sus clientes gibraltareños, que lamentan una caída de las ventas por la depreciación de la libra desde que los británicos votaron dejar la Unión Europea en 2016.

La pérdida de valor de la libra también afectó los bolsillos de los trabajadores transfronterizos, que vieron menguar sus salarios en euros.

Eladio Pérez Díaz, que dirige un taller de coches en La Línea, explica que sus tres hijastras dejaron sus empleos en servicios en Gibraltar y planean mudarse a Londres porque sus salarios pasaron de 1.400 euros a 900 euros.

El padre de Eladio trabajaba en Gibraltar y tuvo que mudarse a Francia cuando el dictador español Francisco Franco cerró la frontera en 1969.

De pie en la entrada de su taller, en la planta baja de un bloque de apartamentos con la pintura descascarillada, Eladio teme por su negocio si el Brexit obstaculiza el paso de sus clientes gibraltareños, que suponen dos tercios del total.

"Casi seguro que tendríamos que cerrar el taller y tirar cada uno por su lado porque en La Línea no hay empleo (...) Aquí en La Línea no hay nada", lamentó.

Por Daniel Silva

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